Artículo extraído de STIRPS VIRILIS VOL. I

Muchas veces se da entre los jóvenes, la idea del "hartazgo de la vida moderna" o “la vida de ciudad”. Casi como un cliché o eslogan publicitario por todos lados en nuestros círculos vemos frases como "revuelta contra el mundo moderno" sobre una imagen de un bosque en cuentas de instagram, en su mayoría, manejadas por muchachos que generalmente idealizan lo que verdaderamente no conocen o conocen superficialmente.

La vida de ciudad satura las mentes y exprime los cuerpos. Los jóvenes buscan expulsarse de la jungla de asfalto en busca de horizontes que idealizan. Sin embargo, esta intención es correcta si es honesta, pero a veces no está canalizada correctamente o no proviene de lo profundo del ser verdaderamente. Si no que se trata de una inducción exógena sumada a la misma polarización que se genera por el mismo rechazo a la ciudad. Es decir, para expresarlo de una manera más simple: se anhela el bosque solo porque se piensa es la contra exacta de la ciudad. Pero generalmente el malestar no es solo con la ciudad si no con uno mismo.

Si entendemos "vida moderna" como la vida en la ciudad, es decir, en su aspecto material, estamos cometiendo un grave error. La vida moderna es la vida superficial sea en el campo o la ciudad. Es decir, la visión estéril y horizontal. LA VIDA MODERNA ES LA VIDA MATERIALISTA. La vida vivida sin un sentido trascendente superador o ausente de un camino iniciático.

Cuanto los jóvenes interactúan en la herramienta de partición mental llamada instagram y se maravillan con una foto de una cabaña en el bosque, por un segundo se imaginan una vida rural apacible, con una camisa leñadora, cortando leña y asando carne cazada. Solo masturban sus mentes con sueños idílicos del bosque por unos segundos. Y ahí van a parar sus sueños de nuevos horizontes llenos de arboles: a la dopamina segregada entre imagen e imagen. Luego vuelven a sus hogares y los sueños vuelven a morir cuando se acuestan a dormir. Al otro día el impulso se satisface con otra imagen. Y así día tras día. Un engaño de la simulación. Algunos hasta llegan un poco más lejos y viajan 3 días a un cerro. Sacan 30 fotos, las suben a la nube virtual. Y vuelven a dormir a sus hogares citadinos. Así el hombre, gracias al sistema, pierde la capacidad de transformar su realidad. Pierde el impulso creador. Mata su espíritu aventurero tan propio de su estirpe. Lo simula. Lo cambia por el soborno del ciberespacio, masturbando su cerebro para que vuelva a dormir. Las imágenes de la naturaleza de las redes sociales inspiran a la acción a un bajo porcentaje de jóvenes pero a la gran mayoría le neutralizan los impulsos.

Es parte de la corriente transhumanista, saciar el anhelo de experiencia de manera virtual. O como es sabido, viajar para sacar una foto y que el cerebro virtualizado la guarde como experiencia. El mundo moderno es un mundo de turistas, y los turistas no son nada. ¿Cual es la función trascendente de un turista? Peor aún.. Este mundo es de Turistas Virtuales.

Si el hombre logra entender que la única forma de vivir en las montañas y así como todo, es a través de la verdadera experiencia, del acto físico, limpio. Ese individuo pasará la prueba y al menos, estará capacitado para decidir si esa vida es para él o no. Volverá a la ciudad y será agradecido con lo que tiene, encaminado en su misión, o se quedará en la nueva forma de vida rural, afirmando su conquista. Al fin y al cabo, ambas son conquistas, porque son conquistas de sí mismo. Afirmaciones.

De lo contrario le seguirá sirviendo al sistema esclavista actual, que se nutre de jóvenes citadinos masturbando sus mentes con una visión sentimentalizada del bosque. Con un pie en la ciudad, y con la mente en la imagen que tienen del mundo rural. Como amas de casa comunes mirando telenovelas y sintiéndose parte de la ficción desde sus casas, adormeciendo sus consciencias con un melodrama. Olvidando sus problemas con una telenovela centroamericana.


Es importante ser consciente de cuáles son nuestras verdaderas necesidades. Y encontrar un verdadero propósito, para no perder capacidad de acción y manejo sobre la propia vida. Si uno es consciente, tiene la capacidad de obtener verdaderamente el control.

Si actuamos, podemos re dirigirnos y si no hacemos, estamos dejándonos llevar y debemos ser conscientes del daño que esto conlleva. En ambos casos debemos responsabilizarnos, sepamos o no el daño posible. Porque elegir con libertad es conocer en profundidad las opciones que se nos presentan y no profundizar e ignorar también es una decisión que nos lleva a no querer responsabilizarnos en llegar al fondo de la cuestión. Lo pagaremos de una u otra forma..Por acción u omisión. Si alguien masturba su mente con imágenes del bosque y no va hacia el bosque físico. No puede culpar a la sociedad o al mundo por esto. Es su responsabilidad.


Aún tomando una decisión que a grosso modo pareciera ser la correcta, si no se la conoce en profundidad y se la estudia en el largo plazo, esa decisión en algún punto puede estar manejada por un factor que desconocemos, por lo tanto no sería manejada con total libertad por nosotros mismos. Aunque el resultado en primera instancia pareciera resultar positivo. Por ejemplo, cuando algún niño rico se levanta queriendo algo que cree que le cambiará la vida y como no debe luchar por eso se compra inmediatamente un kit completo, pero a los 20 minutos se da cuenta que eso no lo llena. No ha reflexionado previamente sobre eso porque no ha tenido un camino de conquista. De esfuerzo o paciencia previo.

Lo que importa realmente es ser consciente de lo que se está haciendo y la decisión que se está tomando. De principio a fin. Eso nos hace responsables. Y nos libra de ser inducidos por psicotronia, modas, miedos, vicios, ataduras y toda clase de parásitos psicológicos. Es importante llegar al fondo de nuestras mentes, limpiarlas para poder ver que es lo que verdaderamente buscamos. Solo eso hará que el duro esfuerzo sea una dicha. Que nuestra vida sea una hermosa campaña.


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A veces el que quiere escapar de la ciudad, está escapando de sí mismo.

El hecho de que en el campo se viva de forma más sencilla, no significa que no se esté viviendo quizás de forma superficial, sino que los juguetes son menos complejos. O que ciertas costumbres, que vienen de nuestros antepasados, se mantengan por repetición y hagan permanecer a los que viven ahí con los pies más en la tierra que los hombres autómatas de la ciudad o libres de nuevas modas degenerativas, tampoco significa que el ideal sea de vida sea el campo. Eso depende más de uno mismo. Y de la propia misión.

En general en las zonas rurales se es más consciente del vecino, porque el vecino puede llegar a ser un aliado para la supervivencia en caso de peligro. Se vive más el “nosotros”. En General se siente más el espíritu comunitario. O al menos se medita sobre la importancia de este. O al menos no se vive entre 10.000 personas automatizadas sin conocer a nadie.

El confort o la accesibilidad de la ciudad es en verdad una desventaja muy grande a largo plazo. Se pagó un precio muy alto por ese confort. Salvo que este confort esté en función de una misión en particular. El citadino tiene todo, pero dentro de su celda…

El poder que cedieron al tirano los hombres, ya es casi irrecuperable, aunque no lo vean.

En la ciudad el tirano tiene un botón on/off que maneja los recursos de los que la habitan.

El Hombre de campo, tiene la virtud de depender más de sí mismo, pero bueno, para la mayoría de las personas de la ciudad, esto es una desventaja.

No es que en la ciudad los peligros del campo no existan, de hecho son muchísimas mayores las carencias que hay en la ciudad, aunque existen de forma más sutil. Pero se las suple con satisfacción de impulsos inducidos, como el consumo excesivo que ofrece la ciudad, entre otras drogas. Necesidades prefabricadas para vender soluciones prefabricadas. Esto, entre otras prisas, hace que la gente sea menos consciente del peligro mientras se consume interiormente.

El citadinode masas no reconoce la falta de autonomía que vive diariamente, porque el diseño de la ciudad lo camufla. El no considera un peligro depender exclusivamente de la fábrica donde trabaja. Porque no considera la más remota posibilidad de no depender de un trabajo asalariado para alimentar a su familia. El citadino piensa que la forma en que trabaja es la única forma. Así de lejos ha llegado su niebla mental. El alimento en su mesa debe depender exclusivamente del dinero que cobra por mes. Tener una huerta o producir su propio alimento es algo de la edad media para el ciudadano común.


Normaliza la delincuencia y vivir en una cárcel de cemento. Como le llaman los presos en Estados Unidos a las cárceles: “Las tripas del diablo”. Se olvida que es un esclavo. Esto si es de clase media. Las clases económicas más bajas pululan entre poder comer al otro día y no morir de hambre, ahí directamente hay muchísimos menos momentos posibles para la reflexión.

Con respecto a los ricos, que son más débiles que los marginales y las clases medias, son la clase económica más degenerada. Porque pueden tener mucho de lo material e incluso lo teórico, pero al no tener los pies en la tierra, están más perdidos que la mayoría. Consumen en exceso y eso les genera un vaivén entre depresión y ansiedad. La carencia espiritual es extrema ya que el mayor esfuerzo seudo espiritual que hacen es suplir sus vidas ultra materialistas con una seudo espiritualidad deformante adquirida de forma material.

Tienen sobre estímulos, problemas psicológicos incurables, generados por el exceso y la disociación de la realidad. Dismorfia de imagen. El confort extremo los complejiza en lo material .No se llenan con nada. Tienen teorías erradas sobre la realidad de los demás. Un individualismo muy profundo causado por la falsa seguridad y por los lazos superfluos con sus pares. Si el veneno del mundo es la ignorancia y el mundo material se mueve por y para el capital, 2 más dos son 4. Las clases altas son los soldaditos de este mundo esclavista.

Los ricos temen más que el resto. En lo profundo, están tan vulnerables interiormente como las clases económicas más bajas.

Ahí es cuando las clases más bajas y las más altas se tocan. Son culturas distintas en lo superficial pero con muchas similitudes en la esencia.

Las ciudades están programadas y diseñadas para que el hombre viva en un estado letárgico de confort. Y el peligro más grande de todos es que este confort pende de un hilo, como si existiese alguien que pudiese cerrar la canilla del agua y de un momento al otro matar a la población de sed.

El hombre de la ciudad, depende exclusivamente de que el hombre robot que tiene el botón on/off no se levante en un mal día. O mejor dicho, se le ocurra dejar de darle confort a sus esclavos porque encontró una forma de que el soborno sea más barato. Un precio más bajo que el del agua, por la esclavitud.

Sin embargo, actualmente, la intrascendencia también se encuentra en el campo y en la ciudad. La avanzada de la agenda 2030 es global. Solo que el campo no está tan contaminado aún por la niebla esquizofrénica impuesta, propia de la ciudad desde hace siglos.

En el campo existe un modo de vida donde hay una posibilidad de acción directa, donde se es protagonista de la propia vida, durante más horas al día. Las tareas de campo, ya sea matar un animal, sembrar el propio alimento, hacen que se viva más en coherencia con uno mismo. Porque se come lo que se mata, y se come lo que se cosecha. Por propia mano. Este simple hecho, esta simple acción. Es una de las curas para la incoherencia causante de enfermedades psicológicas(posteriormente físicas). Quitar la tela de araña creada por el sistema para hacernos dependientes y esclavos. Y menos conscientes de nuestro papel en el Orden Natural.

El Hombre no debe simplificar para ahorrar, no debe dejar de consumir en exceso para tener más dinero. Sino que debe simplificarse para ser más consciente, menos autómata y poder detectar impulsos inducidos por la propia debilidad y las armas del sistema. El esclavo tiene dentro suyo un soldado que pelea en favor del enemigo.

Y en el campo, por ejemplo, la total soberanía alimentaria familiar(cada vez más temida por el sistema esclavista) se puede obtener de forma más íntegra que en la ciudad ya que es producto de la tierra y no del cemento. Así como otras actividades humanas que aún no han sido totalmente coaptadas. Por ahora…

La complejización de la ciudad, no es tal en realidad, aunque se muestre compleja para confundirnos y que no entendamos sus artimañas .Podría traducirse como algo simple: todo lo que se vive, todas las esferas de la existencia del hombre están atrapadas en una tela de araña que no se ve. Está todo interconectado, para perder la libertad. Como un ecosistema dentro de una burbuja, controlado por fuera. El sistema esclavista infiltró toda actividad humana. Los diseños de los caminos y las calles son antinaturales. La arquitectura es antinatural. El transporte.

Es por esto que es tan importante para el que busca la libertad, sea consciente de las elecciones, en verdadera profundidad. El discernimiento es fundamental en esta tarea. Clave para la correcta discriminación.

Para resumir. En la ciudad, se "come", se "educa" y se "trabaja" si se sirve a los sicarios del estado infiltrado.

La “alimentación”, el "trabajo" y la “educación” están diseñadas y suministradas por el mismo. Por eso la comida es veneno, la educación es adoctrinamiento deformante y el "trabajo" es esclavitud. El único que se beneficia con ese suministro es el Estado y detrás de este, los dueños e inversores del Estado. Nunca la comunidad. En las zonas rurales, si bien están tomadas, hay lugar aún para la libre determinación de las comunidades. Hay aún pequeñas posibilidades. Por ahora…

La ciudad es mucho más peligrosa que el campo, solo que su peligro es más sutil. Le borra poco a poco la consciencia a los hombres.

La vida del campo, en apariencia es sencilla, pero es más profunda. Porque cada experiencia, cada actividad, tiene miles de años y es natural al hombre. Cada hierba del bosque tiene decenas de usos, medicinales, por ejemplo. El campo reduce la vida a determinadas tareas y prepara el suelo para que el hombre pueda sembrar pensamientos altos o trascendentes. Pero el hombre con bosque y sin pensamientos trascendentes tiene una vida monótona y estéril. Como la de un animal, pero siendo un Hombre.

Así como el hombre es hijo de los Dioses y por lo tanto puede ser un creador. También puede convertirse en un animal más de pastura como los que el mismo cría.

EL HOMBRE DEBE TENER UN PROPÓSITO. Sin esto, da lo mismo donde se encuentre. Su vida será intrascendente.

El bosque no te dará nada que no hayas conquistado previamente en tí mismo.

¿De qué sirve, por ejemplo, tener soberanía alimentaria estando bajo el yugo de la falsa espiritualidad new age de los departamentos de inteligencia como muchos hippies drogadictos que viven en el sur argentino hijos de millonarios?

Para los jóvenes que busquen una vida en los bosques, en principio, deberían experimentarla, con respeto, a través de la acción. Y dejar de masturbar sus mentes con imágenes de las redes sociales. Eso solo actúa en favor del sistema. Es como pornografía para adormecerlos, quitándoles capacidad de acción.

Primero es necesario hacer una búsqueda interior para llegar a entender el propósito a través de la coherencia entre pensamiento, palabra y acto. Luego, todo es posible. Porque abandonar zonas urbanas sin abandonar la vida moderna es solo ponerse una máscara de emboscado. Generando una incoherencia aún más peligrosa para el vehículo físico que la destrucción gradual que se genera por adaptación en un lugar que se desprecia. Como la mayoría de los que vive en la ciudad.

La única forma de saber si la vida en la naturaleza es para uno, es practicarla. Conocer en profundidad. Viajar y experimentar. Investigar. Buscar mentores, aún hay algunos. Pero no convertirse en un turista de la existencia, de esos que pululan por las redes sociales.

Experimentar la vida del bosque siempre será algo positivo, pues afirmará la misión de vida, sea en el campo o la ciudad. Conociendo la vida más en contacto con la naturaleza, hasta quizás se afirme positivamente la vida en la ciudad. O el futuro en el bosque. Quien no conquiste el bosque en su interior, no sobrevivirá a la soledad del bosque material. Que cuando el hombre no está resuelto y afirmado, o vive engañado en una constelación cerebral, o empieza a padecer la depresión de la soledad de los fríos inviernos y empieza a ser una víctima de la carencia de los viejos estímulos inducidos de la propaganda de la ciudad. Lo que trae una depresión muy profunda. Una especie de abstinencia.

La aparente paz de la vida en los bosques es solo útil bajo un propósito, así como la inmediatez de la ciudad solo es útil si está puesta al servicio de una misión, sin propósito no hay vida, ni en el cemento ni en los bosques.

Para quien quiera emboscarse, debe conocer los obstáculos de la vida rural. La grandeza de la vida rural conlleva un sacrificio(sacro oficio) y estos obstáculos serán el placer de quién esté dispuesto a enfrentarlos por una causa. Más aún hay que tener agentes en las ciudades y no dejar de vigilar los procesos sociales, porque estos luego sobrevienen sobre zonas rurales.

La ciudad tiene mil vías de escape de la consciencia, así como la montaña. Pero los escapes en ambas son vicios al fin.

Sea en el campo o la ciudad, no entregues tu capacidad de acción y reflexión. Eres creador de tu destino y el de tus hermanos. Donde vivas debe estar supeditado a tu propósito trascendente. Primero purifícate, luego encuentra tu propósito y el resto se desencadena solo.

La vida es un combate, sea en el campo o la ciudad. Un combate contra tus propias debilidades. Esta lucha interna es la que sustentará tu misión.

No te conviertas en turista de tus propias ideas, piensa y actúa coherentemente y sin miedo.


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Debemos crear redes de hombres duros y despiertos desde el campo a la ciudad. Necesitamos contactos y crear amplias redes de los nuestros. Fortalecer vínculos.

Necesitamos impregnar las ciudades de jóvenes con anhelo de conocimiento, que desprecien el materialismo y busquen ser virtuosos. ¿Qué más mérito que vivir en el lugar más insano combatiendo desde adentro?¿Y qué más mérito que aventurarse a la búsqueda del futuro en los frías estepas y bosques patagónicos? Necesitamos soldados en todos lados. Hombres valientes y conductores.

A su "gran reinicio", debemos imponer el nuestro. La destrucción total de su degeneración mediante la creación de nuestro propio destino en común.

Que nuestras vidas sean su muerte.

GABRIEL GRASSO